ALGUNAS OBSERVACIONES SOBRE EL CONCEPTO
DE LO INCONSCIENTE EN EL PSICOANÁLISIS, SIGMUND FREUD
Por
Lic Moyano Agustín Danilo
Llamaremos consciente a la representación que se
halla presente en nuestra consciencia y es objeto de nuestra autopercepción.
Una representación inconsciente será entonces una representación que no
percibimos, pero cuya existencia estamos, sin embargo, prontos a afirmar,
basándonos en indicios y pruebas de otro orden. A ésta concepción descriptiva
se agrega una concepción dinámica según la cual la representación es al mismo
tiempo eficaz e inconsciente como lo
prueban las conclusiones extraídas de la experiencia con hipnosis. Estábamos
acostumbrados a pensar que la idea latente lo era a consecuencia de su debilidad
y se hacía consciente en cuanto adquiría
fuerza. Más ahora hemos llegado a la convicción de que existen ciertas ideas
latentes que no penetran en la consciencia por fuertes que sean. Así, pues,
denominaremos preconscientes a las ideas latentes del primer grupo y
reservaremos el calificativo de inconscientes (en su sentido propio) para las
del segundo, que son las que hemos observado en las neurosis. Por lo tanto la
expresión “inconsciente” no designa sólo ideas latentes en general, sino
especialmente las que presentan un determinado carácter dinámico: esto es,
aquellas que, a pesar de su intensidad y eficacia, se mantienen lejos de la
conciencia. La idea incosnciente es excluida de la consciencia por fuerzas
vivas que se oponen a su recepción, no oponiendo, en cambio, obstáculo ninguno
a las ideas preconscientes. El psicoanálisis demuestra que la repulsa de las
ideas inconscientes es provocada exclusivamente por las tendencias encarnadas
en su contenido.
Lo inconsciente es una fase regular e inevitable de
los proceso que cimentan nuestra actividad psíquica; todo acto psíquico
comienza por ser inconsciente, y puede continuar siéndolo o progresar hasta la
consciencia, desarrollándose según tropiece o no con una resistencia. La
diferenciación de actividad preconsciente y actividad consciente no es
primaria, sino que se establece después de haber entrado en juego la defensa.
Un producto psíquico característico del inconsciente
son los sueños. Un caso típico de formación onírica puede ser descrito del modo
siguiente: la actividad anímica diurna ha despertado una serie de pensamientos
que han conservado algo de su eficacia, escapando así a la general anulación
del interés que trae consigo el reposo y constituye la preparación espiritual
del dormir. Esta serie de pensamientos consigue durante la noche ponerse en
conexión con uno de los deseos inconscientes que desde la infancia del sujeto
se hallan siempre presentes en su vida anímica, aunque por lo regular
reprimidos y excluidos de la existencia consciente. Por medio de la energía que
les presta éste apoyo inconsciente recobran su eficacia los pensamientos
residuales de la actividad diurna y quedan capacitados para surgir en la conciencia
bajo la forma de un sueño. Así, pues, han sucedido tres cosas: 1) Los
pensamientos han experimentado una modificación, un disfraz y una deformación,
que representan la participación de su aliado inconsciente. 2) Han conseguido ocupar
la consciencia en una ocasión en la que la misma no debía haberles sido
accesible. 3) Un fragmento de inconsciente ha logrado emerger en la conciencia,
resultado que le hubiera sido imposible conseguir en toda otra circunstancia.
Al sistema que se nos meustra caracterizado por el
hecho de ser inconsciente todos y cada uno de los procesos que lo constituyen,
lo designamos con el nombre de “lo inconsciente”. Este es el tercero y más
importante sentido que ha adquirido en el psicoanálisis la expresión “inconsciente”.
Sigmund Freud,
Obras Completas, Biblioteca Nueva, España, 1987, Cap LXV.
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