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viernes, 11 de julio de 2014

EL MÉTODO SINTÉTICO DE CARL GUSTAV JUNG

“…La cábala y el simbolismo toman vías diferentes para llegar a la misma meta y para confundirse en la misma enseñanza. Son las dos columnas maestras levantadas sobre las piedras angulares de lo cimientos filosóficos, que soportan el frontón alquímico del templo de la sabiduría”
Fulcanelli

La vida profesional de Jung suele ser dividida en tres momentos: en primer lugar  su formación como psiquiatra en la clínica psiquiátrica de  Burghölzli siendo asistente de Eugene Bleuler, en segundo lugar su paso por el movimiento psicoanalítico en colaboración con Sigmund Freud y en tercer lugar la fundación de su propia escuela llamada psicología analítica.
Es notable que éste esquema pueda ser superpuesto, en grandes rasgos, a un texto de Jung publicado en 1909 llamado “Importancia del padre en el destino de sus hijos”, que contendría así de manera embrionaria presente, pasado y futuro de su obra. La primera parte del artículo se dedica a exponer los resultados del test de asociaciones sobre nueve familias integradas por treinta y siete individuos. El test consiste en cien palabras estimulo ante las cuales el sujeto debe contestar a cada una con la primera asociación que se le viene a la mente. El tiempo de reacción entre palabra estímulo y asociación del examinado, y las reacciones emocionales o verbales ante la palabra estímulo, pueden ser indicadores de la presencia un de complejo de  tonalidad afectiva. La investigación llega a la conclusión de que los tiempos de reacción entre padre e hijo y madre e hija son muy similares, demostrando de manera cuantitativa y cualitativa como el niño adopta la misma actitud que uno de los padres, generándose a través de la constelación familiar el patrón de conducta. Presenta Jung varios casos clínicos en los cuales la actitud del adulto depende de su constelación familiar. Prosigue luego a aplicar el método psicoanalítico en un niño de ocho años, y demuestra que su actitud está determinada por la sexualidad infantil, estudiando cómo a través de sus sueños y de sus síntomas manifiesta el interés de atraer a su madre y la rivalidad con su padre (complejo de Edipo). Y al finalizar el artículo expone un caso de una mujer histérica, donde el tipo de relaciones amorosas que lleva  acabo se encuentra modelado sobre el esquema de una historia de amor del libro de Tobías protagonizada por Sarah, hija de Raguel, que no se puede casar porque el diablo Asmodeo mata sucesivamente a cada uno de los hombres que elige como marido en la noche de bodas; aquí vemos como Jung encuentra el mitologema subyacente al patrón de conducta. Además conceptualiza el símbolo en su doble faz, tanto positiva como negativa, y lo ejemplifica con ésta leyenda donde el padre de Sarah, Raguel, se siente inconsolable por la desgracia de su hija pero al mismo tiempo por las noches prepara la fosa de su yerno. También los impulsos infantiles son sublimados hacia el buen Dios a quien ella le reza todas las noches, pero a su vez aparece el diablo Asmodeo como faz negativa del padre personificando la fatalidad que la acosa. Nos encontramos con algo parecido en la historia de las religiones, donde en el antiguo testamento se diviniza a Jehová a quinen se obedece por temor, y en el nuevo testamento se diviniza a Cristo quien establece la verdadera relación con Dios a través del amor. Dice en el artículo: “Pero hablar aquí del solo individuo es demasiado poco. En efecto, al tiempo que corremos el velo de éste problema, nuestra mirada abarca un horizonte más basto: de la historia del individuo se extiende a la de los pueblos. Nos sentimos particularmente inducidos a examinar la historia de las religiones y de todos los sistemas y ficciones elaborados por los pueblos en el curso de los siglos.” “…en el desarrollo del individuo podemos encontrar el mismo proceso que en la historia universal”.
En 1912 publica Simbolos de Transformación, texto bisagra que marca su ruptura con el movimiento psicoanalítico y el comienzo de una fructífera labor en la producción de una escuela propia, a través de su nueva concepción de trabajo sobre el material inconsciente. Estudia un caso de Fluornoy, el de la mujer norteamericana Mis Miller, y establece paralelos mitológicos sobre sus fantasías, formulando a lo largo del texto la hipótesis del inconsciente colectivo. Rechaza la concepción Freudiana de la libido como sexual y formula el concepto de libido como una energía psíquica no específica que puede manifestarse de diversas formas. Entiende el complejo de Edipo de otra forma, no sólo como atracción sexual a la madre, sino de manera simbólica donde hay un deseo de retorno al útero materno y una necesidad de autorrealización. No es la búsqueda del objeto físico, sino un medio de desarrollo espiritual.
Pero para entender el método aplicado por Jung es necesario recurrir a un artículo llamado “La comprensión psicológica de los procesos patológicos” donde se diferencia el método analítico del método constructivo (o sintético).
El punto de vista analítico concibe el alma como resultado de todo lo que fue, de lo que se ha hecho, averigua cómo el alma se convirtió en lo que vemos en la actualidad. Por medio del análisis y reducción de los eventos individuales, a través de forma inductiva o deductiva, se llega a principios universales como la sexualidad en Freud y el Poder en Adler, se reduce lo desconocido a lo conocido y lo complicado a lo simple, a impulsos generales.
El punto de vista sintético o constructivo considera el alma como expresión de lo por venir, de lo que se va a hacer, y se pregunta cómo construir a partir del alma tal como se la presenta un puente hacia su propio futuro. Produce una línea psicológica de desarrollo, una especie de pista, en un individuo determinado. El fenómeno psíquico presente es considerado una expresión simbólica de lo venidero, por ende producto de la función creadora de la psique. La comprensión constructiva reduce el material a tipos generales, no a un principio general, a través del análisis comparativo de muchos sistemas. La comparación con otras formaciones típicas sirve para la ampliación de la base sobre la que descansará la construcción y al propósito de la comunicación objetiva. Como vemos el punto de vista causal reduce las cosas a sus elementos y el punto de vista constructivo las elabora en algo más elevado y más complicado.
Aplicamos un punto de vista muy reductivo en todos los casos de ilusiones, ficciones y actitudes exageradas. Por otra parte, el punto de vista constructivo debe considerarse para todos los casos en que la actitud consciente es más o menos normal, pero capaz de mayor desarrollo y refinamiento, o donde las tendencias inconscientes, también con capacidad de desarrollo, están siendo mal entendidas y oprimidas por la mente consciente.
Este fue el tema central, las teorías rivales sobre la interpretación de los sueños, del Cuarto Congreso Psicoanalítico Internacional, celebrado el 7 y 8 de septiembre de 1913 en Munich. Abriendo la primera sesión matinal del primer día, Rank se encarga de defender la tesis de los sueños como intentos de descarga de deseos incumplidos, y Maeder considera a los sueños como expresión de tendencias éticas y prospectivas. Freud ya desconfiaba hace tiempo de Jung y pensaba que quería llevar el psicoanálisis en su dirección. Por eso entró a formar parte del Comité, para recuperar el control sobre el movimiento psicoanalítico. La relación afectiva entre ambos  estaba llegando a su fin, mantenían correspondencia sólo por cuestiones institucionales y éste congreso fue la última vez que se vieron cara a cara. Jung se encontraba realizando un doloroso examen de conciencia y la pronta ruptura con Freud lo tenía preocupado. Sin embargo, en ésta tensa situación emocional, prepara para el Congreso una brillante conferencia llamada “Sobre la cuestión de los tipos psicológicos”. Jung expone los conceptos fundamentales de extroversión e introversión. El primero significa un volverse la libido hacia afuera, un movimiento positivo del interés subjetivo hacia el objeto. El segundo un volverse la libido hacia dentro, el interés va hacia el sujeto. Cuando uno de los dos mecanismos es habitual se habla de tipo introvertido o tipo extrovertido.  “Yo he designado éste contraste típico con los nombres de disposición introvertida y extravertida. La primera tiene lugar cuando un ser normal, de carácter irresoluto, reflexivo, retraído, que no se entrega fácilmente, siente desvío ante los objetos, adopta siempre la defensiva y tiende a ocultarse detrás de una observación desconfiada. La segunda tiene lugar cuando un sr normal, de carácter comunicativo, aparentemente abierto y benévolo, que fácilmente se hace cargo de cualquier situación, traba rápidamente relaciones y se lanza despreocupado y confiado en situaciones desconocidas, desentendiéndose de posibles reparos. En el primer caso predomina a todas luces el sujeto, en el último, el objeto.”
A estos dos mecanismos de orientación de la libido Jung agrega en su libro Tipos psicológicos las 4 funciones psicológicas: pensamiento, sentimiento, percepción, intuición. En una entrevista con Richard Evans las describe sencillamente “Es decir, la percepción le dice que allí hay algo. El pensamiento, hablando a grosso modo, le dice lo que es. El sentimiento le señala si es algo agradable o no, si debe ser aceptado o rechazado. Y en cuanto a la intuición…” “Mi definición es que la intuición es una percepción situada más allá de los medios o caminos del inconsciente.

Moyano Agustin Danilo
Lic. en Psicología

viernes, 8 de febrero de 2013

Resumen del texto "Ideas recientes sobre la esquizofrenia" de Carl Jung



IDEAS RECIENTES SOBRE LA ESQUIZOFRENIA, CARL JUNG (1959)
Por Lic. Moyano Agustín Danilo

Aunque la psicología personalística (por ejemplo las hipótesis heurísticas de Freud y Adler), ofrece, hasta cierto punto, resultados satisfactorios, es de dudoso valor si se le aplica a las formaciones mentales peculiares típicas de la esquizofrenia. Este concepto enfatiza la diferencia entre las disociaciones psicóticas y neuróticas,  siendo la primera una disociación sistemática de la personalidad y la última una desintegración no sistemática y psicológica de los elementos psíquicos. Mientras los fenómenos neuróticos corresponden a los procesos normales, los síntomas esquizofrénicos se asemejan a fenómenos que se observan en los estados tóxicos o en el sueño. El abaissement du niveau mental (P.Janet), que comienza con un aflojamiento de la concentración o atención, ocurre tanto en los sueños como en el estado esquizofrénico. Pero en el último caso la conciencia no está reducida como en el sueño. En la esquizofrenia (excepto en estados de delirio o de sueño) la memoria y la orientación general funcionan en forma normal. Esto demuestra que los fenómenos esquizofrénicos no solo son causados por una reducción general de la atención y de la conciencia, sino que dependen de otro factor de perturbación que a su vez está conectado con ciertos elementos psíquicos definidos. Los complejos de una persona normal están bien desarrollados, son hipertrofiados a raíz de un valor energético incrementado. Exhiben una tendencia marcada a aumentar su alcance por medio de exageraciones y agregados fantásticos. En contraposición, el complejo esquizofrénico se caracteriza por un deterioro peculiar y una desintegración de sus representaciones mientras que el campo general de la atención está sorprendentemente poco afectado. Da la impresión de que el complejo se autodestruye mediante la distorsión de sus contenidos y medios de comunicación. No parece obtener su energía de otros procesos mentales ya que no perjudica ni la orientación general ni las otras funciones. Al contrario, es evidente que el complejo esquizofrénico agota su propia energía, extrayéndola de sus propios contenidos mediante la disminución de su niveau mental. También se podría intentar otro enfoque y decir que la intensidad emocional del complejo causa un descenso inesperado de sus propios fundamentos o un trastorno de la síntesis normal de las representaciones. La autodestrucción del complejo esquizofrénico se manifiesta, en primer lugar, por una desintegración de la capacidad de expresión y comunicación. Además hay otro efecto menos obvio, una afectividad inadecuada. Aunque en las neurosis también se observa una cierta participación de emociones no adecuadas (por ejemplo exageración, apatía, depresión, etc), ésta es, en contraposición a la esquizofrenia, siempre sistemática y sólo aparente para el observador experimentado. Una vez conocidos todos los aspectos del complejo neurótico central, todos los rasgos no adecuados se vuelven transparentes y comprensibles. Sin embargo, en la esquizofrenia la afectividad parece estar del todo trastornada; no solo existe ausencia o trastorno de la afectividad en el área complejo sensu strictiori sino que también se delata en el comportamiento general. Dentro del complejo, los valores emocionales parecen estar distribuidos de manera ilógica o ausentes, desintegrados en forma muy parecida al trastorno de los elementos psíquicos. Sin embargo este fenómeno es bastante complicado y quizá de naturaleza secundaria. Podría tratarse meramente de una reacción psicológica del complejo. En este caso se podría esperar que exhibiese una estructura sistemática. También se podría tratar del síntoma de una destrucción general de la afectividad misma, por lo cual Jung no se atreve a dar una contestación definitiva a estas cuestiones. En vista de que no se han descubierto procesos específicamente psicológicos que sean responsables del efecto esquizofrénico, es decir de la disociación específica, Jung llegó a la conclusión de que podría existir una causa tóxica. Esta podría tener su origen en una desintegración local y orgánica, es decir en una alteración fisiológica que podría haber sido provocada porque la presión de la intensidad emocional excede la capacidad de las células cerebrales. Las experiencia con mescalina y drogas afines fomentan la hipótesis de un origen tóxico.
También es una hecho conocido, como Jung lo demostró hace más de cincuenta años, que la psicosis puede ser tratada por medio de psicoterapia, aunque solo hasta cierto punto. En cuanto al significado de los contenidos psicóticos en muchos casos nos encontramos con material comparable al de las neurosis o los sueños, que pude ser comprendido desde un punto de vista personalista. Pero los contenidos psicóticos manifiestan peculiaridades que no permiten su reducción a determinantes individuales. Los contenidos neuróticos pueden comprarse con los complejos normales mientras que los contenidos psicóticos, sobre todo en los casos paranoides, muestran una analogía estrecha con el tipo de sueño que los primitivos denominan “grandes sueños”. En contraposición a los sueños ordinarios, este tipo de sueños es altamente impresionante, numinoso y su imaginación hace uso frecuente de temas análogos y hasta idénticos con la mitología. Denomino arquetipos a estas estructuras porque funcionan de una manera similar a las pautas instintivas del comportamiento. La mayor parte de ellas se encuentra en todos lados y en todo momento. Se trata de contenidos del inconciente presentes en forma universal, que formarían el estrato más profundo de la naturaleza colectiva, en contraposición a los contenidos adquiridos de forma personal de las capas mas superficiales que denomino inconciente personal. Considero las formaciones arquetípicas como la matriz de todas las expresiones mitológicas. No solo ocurren en condiciones altamente emocionales, sino también a menudo parecen ser su causa. Es un error considerarlas como representaciones heredadas, porque son meramente las condiciones para la formación  de representaciones en general, así como los instintos son las condiciones dinámicas de las formas de comportamiento más variadas. Hasta es probable que los arquetipos sean las expresiones o la manifestación psíquica de los instintos.
Bibliografía:
Carl Gustav Jung, El contenido de las Psicosis, Paidos, Argentina, 1990, Cap 7.

jueves, 7 de febrero de 2013

Resumen del texto "Las dos formas de pensamiento" de Carl Jung





LAS DOS FORMAS DE PENSAMIENTO, CARL GUSTAV JUNG
Por Lic. Moyano Agustín Danilo

Uno de los principios de la psicología analítica es que las imágenes oníricas han de entenderse simbólicamente, no deben tomarse al pié de la letra, y sí suponerles un sentido oculto. Nada tiene de extraordinario que el sueño posea significado y sea susceptible de interpretación. El hecho de que una opinión sea tan antigua y tan general, demuestra necesariamente que de algún modo tiene que ser verdadera, esto es, psicológicamente verdadera. La verdad psicológica es un hecho, no un juicio. A diferencia de la teoría del conocimiento, a la psicología no le incumbe el que una determinada idea se adecue o no a una realidad objetiva. Solo le interesa su existencia y “en tanto existe es psicológicamente verdadera”.
El sueño surge de una parte del alma que no conocemos y se ocupa de la preparación del día siguiente y sus acontecimientos. El sueño es una serie de imágenes aparentemente contradictorias y absurdas, pero contiene un material de pensamiento que, traducido, arroja un sentido claro. No cabe explicar ningún sueño sin tener que relatar luego la historia de media vida del soñador. Existen ciertos sueños y temas oníricos típicos de significado aparentemente sencillo si se los considera desde el ángulo del simbolismo sexual. Pero el hecho de que un símbolo sea de índole sexual en modo alguno significa que también lo sea el interés que lo aplica. Para la orientación de la conciencia es importante descubrir la compensación expresada por el sueño.
El pensamiento conciente opera con una representación inicial o superior donde guiados por un sentimiento de dirección  seguimos una serie de representaciones singulares asociadas. Pensamos en palabras, un raciocino muy intenso se desarrolla en forma más o menos hablada, es decir, como si se lo quisiera exponer, enseñar, o convencer a alguien. Es evidente que se dirige hacia fuera. En este sentido, el pensamiento dirigido o lógico es un pensamiento acerca de la realidad (“el pensamiento es un acto del alma mediante el cual ésta se percata de la cosas ajenas a ella” Wolff), es decir, que se adapta a la realidad (“esta aptitud de hacerse cargo de nuevos hechos, será considerada por nosotros como diferencia específica del pensamiento lógico. 
Mediante ella se distingue suficientemente del pensamiento asociativo ordinario” James), en el cual, expresándolo con otras palabras, imitamos la sucesión de las cosas objetivas y reales, de suerte que las imágenes desfilan en nuestra mente en la misma serie causal que los acontecimientos exteriores. También se lo suele llamar pensamiento con atención dirigida. Tiene además la particularidad de que fatiga y, en consecuencia, solo puede funcionar durante lapsos mas o menos cortos. Toda nuestra tarea vital, tan costosa, es adaptación al ambiente; parte de ella es el pensamiento dirigido, que, para expresarlo en términos biológicos, no es más que un proceso psíquico de asimilación que como toda tarea vital, provoca un agotamiento proporcional.
La materia con que pensamos es el lenguaje y el concepto verbal, que solo tiene una única razón de ser: la comunicación. Mientras nuestro pensar es dirigido, pensamos para otros y hablamos a otros. Originariamente, el lenguaje no es otra cosa que un sistema de signos o “símbolos” que designan eventos reales o su repercusión en el alma humana. Nuestro pensamiento dirigido no es más que la fase previa de un llamamiento a los compañeros. Según una acertada paradoja de Abelardo “el lenguaje es producido por el pensamiento y produce el pensamiento”.
El lenguaje debe entenderse más bien en una en una acepción mas amplia, que, por ejemplo, el habla, que no es en si misma más que la emisión del pensamiento formulado, susceptible de comunicación. De lo contrario, el sordomudo debería verse sumamente limitado en su capacidad de pensar, y no ocurre así, pues aunque privado del habla, tiene también su lenguaje.
El pensamiento dirigido es un descendiente de las palabras primitivas, asi lo indica Wundt: “...la transformación de los sonidos y del significado consiste en que numerosas palabras pierden paulatinamente todo su originario significado concreto-sensible… De esta suerte se desarrolla el pensamiento abstracto que… no sería posible mas que sobre la base de esa transformación de significado”.
Jodl rechaza la identidad entre leguaje y pensamiento, fundándose en que por ejemplo un mismo hecho psíquico puede expresarse de diversas maneras en diferentes idiomas. De ahí deduce la existencia de un pensamiento “supraverbal”, que Erdmann llama “hopológico”. No cabe duda de que semejante pensamiento exista, pero no es pensamiento lógico. La concepción de Jung concuerda con las notables aserciones de Baldwin: “El tránsito desde el sistema de ideas que preceden al juicio, al sistema del juicio, es exactamente igual que el paso desde un saber que tiene sanción social a aquel que puede prescindir de la misma. Los conceptos utilizados en el juicio son aquellos que fueron elaborados ya en sus premisas e implicaciones por la actividad del trato social. De esta suerte, el juicio personal, educado en los métodos de la retribución social, disciplinado por la interacción con su mundo social, proyecta de nuevo su contenido en el mundo. Dicho con otras palabras, la base de todo movimiento que conduzca a la afirmación del juicio individual -el nivel desde el cual se utiliza la nueva experiencia-  está ya y a cada momento socializada y es precisamente este movimiento lo que reconocemos en el resultado efectivo como sentimiento de “adecuación” o carácter sinonímico del contenido que se expresa.
…lanza al mundo como si fuera verdadera una opinión que es aún la suya propia, personal,… ahora bien, como no dispone sino del lenguaje corriente, solo puede emplear significaciones que son ya propiedad de su uso social y convencional.
De ahí que el lenguaje se desarrolle exactamente igual que el pensamiento, sin perder nunca su referencia sinonímica y bilateral; su significación es tanto personal cuanto social.
El lenguaje es el catalogo del saber heredado. En su mayor parte, la educación del yo, que somete a la base fundada del juicio sano la inseguridad de la reacción personal frente a hechos y representaciones se opera mediante el lenguaje. Cuando el niño habla, somete al mundo indicaciones para la fijación de un significado general y común. La acogida que se le dispense, confirma o rechaza su proposición; pero en ambos casos extrae de ello una enseñanza.
El lenguaje constituye un testimonio y prueba excelentes de la coincidencia del juicio personal con el social. En él, la significación sinónima juzgada como “adecuada” pasa a ser significación social, que se considera socialmente generalizada y reconocida”.
El pensamiento dirigido o, como también podríamos denominarlo el pensamiento verbal, es el instrumento notorio de la cultura, y seguramente no nos equivocaremos si decimos que la formidable labor educativa, precisamente mediante el peculiar desenvolvimiento del pensamiento desde lo subjetivo-individual hasta lo objetivo-social, la capacidad de adaptación del espíritu humano a la cual debemos paciencia y las técnicas modernas, ese fenómeno absolutamente sin par en la historia universal. A menudo intrigó a muchos autores el hecho de que los antiguos, no obstante sus conocimientos sin duda elevados en los sectores de las matemáticas, la mecánica y la materia, y su incomparable destreza artística, jamás pudieran pasar del diletantismo a la verdadera técnica en el sentido actual (por ejemplo a los principios de las máquinas sencillas). A eso cabe replicar que los antiguos, con excepción de unos pocos espíritus esclarecidos, eran totalmente incapaces de interesarse en los cambios de la materia inanimada al punto de poder reproducir artificialmente sus procesos naturales, único medio que hubiese podido ponerlos en posesión de las fuerzas de la naturaleza. No estaban entrenados en el pensamiento dirigido (no existía escasez que impusiera necesidad de pensamiento técnico. La obra de mano barata estaba resuelta por los esclavos por lo tanto no necesitaban ingeniárselas para ahorrar trabajo. Su interés se hallaba trabado en al veneración del cosmos divino). El secreto del desarrollo de la cultura es la movilidad y la facultad de desplazamiento de la energía psíquica. El pensamiento dirigido de nuestros días es una adquisición más o menos moderna de que carecieron las épocas anteriores.
Llegamos así a otra cuestión: ¿qué ocurre cuando pensamos en forma no dirigida? Entonces falta a nuestro pensamiento la presentación superior y el sentimiento de dirección que de ella emana (“No puede elaborarse un pensamiento sin nociones de finalidad…” Freud). Ya no imponemos a nuestros pensamientos un itinerario determinado, sino que los dejamos flotar, hundirse o subir por su propia densidad. Según Kulpe, el pensamiento es una especie de “actividad interior de la voluntad”, cuya falta conduce necesariamente a un “juego automático de representaciones”. James considera que el pensamiento no dirigido o “meramente asociativo” es el más común. 
Ese pensamiento se desenvuelve sin fatiga, abandonado pronto la realidad para perderse en fantasías del pasado y del futuro. En este caso cesa el pensamiento verbal; la imagen sigue a la imagen, el sentimiento al sentimiento (en el curso de experimentos psicológicos Jung comprueba que el sujeto abandonado a sus ensueños presentaba manifestaciones afectivas experimentalmente registrables); una tendencia que todo lo crea y ordena, no como es realmente sino como tal vez desearía que fuese, se impone cada vez más claramente.
Hay pues dos formas de pensamiento: el pensamiento dirigido y el sueño o fantaseo. El primero sirve para que nos comuniquemos mediante elementos lingüísticos; es laborioso y agotador. El segundo, en cambio, funciona sin esfuerzo, como si dijéramos espontáneamente, con contenidos inventados, y es dirigido por motivos inconcientes. El primero adquiere, adapta la realidad y procura obrar sobre ella. El segundo, por el contrario, se aparte de la realidad, libera tendencias subjetivas y es improductivo, refractario a toda adaptación.
Nuestra ciencia, producto del pensamiento dirigido, tenía un equivalente en la escolástica, que si bien extraía sus temas de las fantasías del pasado, sometía el espíritu a la disciplina dialéctica del pensamiento dirigido. El único éxito que aguardaba al pensador era el triunfo retórico en la controversia y no una transformación visible de la realidad. Históricamente, la escolástica, es la madre del espíritu científico moderno, y en un futuro más lejano se verá cómo y dónde la escolástica sigue enviando todavía vivientes corrientes subterráneas a la ciencia de nuestros días. La escolástica es esencialmente una gimnasia dialéctica que dotó a la palabra, símbolo del lenguaje, de un significado absoluto tal, que acabó adquiriendo aquella sustancialidad que los últimos tiempos de la antigüedad solo mediante una valoración mística habían logrado otorgar a su logos. La gran hazaña de la escolástica fue, según parece, haber establecido sólidamente las bases de la sublimación intelectual, conditio sine qua non del espíritu científico y de la técnica moderna. La antigüedad tendía a un pensamiento más imaginativo pero el centro de gravedad de nuestro interés se ha desplazado por completo a la realidad material.
La actividad el espíritu de los primeros tiempos de la antigüedad obraba por antonomasia artísticamente. Parece que la finalidad del interés estribaba, no en captar objetivamente y exactamente el cómo del mundo real, sino en adaptarlo estéticamente a fantasías y esperanzas subjetivas.
Cada cosa tenía su demonio, es decir, estaba animada y era igual a un hombre o a su hermano el animal. Todo era antropomórfico o teriomórfico, hombre o animal. Incluso el disco solar había sido dotado de alas o pies para hacer sensible su movimiento. Así surgió una imagen del mundo arto alejada de la realidad, pero que correspondía cabalmente a la fantasía subjetiva. No es preciso extenderse mucho para demostrar que el pensamiento del niño es muy similar al mitológico. En el sueño se manifiesta un pensamiento análogo.
Según Freud, lo que caracteriza al pensamiento de la vigilia es la progresión, es decir, la marcha de la excitación mental desde el sistema de percepción interna o externa, pasando por la labor asociativa endopsíquica, hasta el acto motor final, esto es la inervación. En el sueño ocurriría lo contrario: regresión de la excitación mental desde lo preconsciente o inconciente hasta el sistema de percepción, a lo cual debe el sueño su carácter de representación sensible que puede llegar hasta la nitidez de una alucinación. El pensamiento onírico se mueve pues, hacia atrás, hacia las materias primas del recuerdo: “El ensamblaje de los pensamientos oníricos se disuelve en la regresión de la materia misma”. Pero la reanimación de percepciones originarias es solo uno de los lados de la regresión; el otro es la regresión al material de recuerdos infantiles. Esa regresión puede calificarse de “histórica”. Ene se aspecto el sueño podría concebirse como una reminiscencia transformada por su transferencia al presente. Dice Freud: “Realizando sus deseos por un breve camino regresivo, nos conserva el sueño una muestra del funcionamiento primario del aparato psíquico, funcionamiento abandonado luego por inadecuado al fin. Aquello que dominaba en la vigilia, cuando al vida psíquica era aún muy joven e inhábil aparece ahora confinado en la vida nocturna, del mismo modo que las armas primitivas de la humanidad, el arco y la flecha, han pasado a ser juguetes de los niños”. Esto nos sugiere un paralelo entre el pensamiento mitológico del a antigüedad y el pensamiento similar de los niños, de los primitivos y del sueño. La anatomía comparada y la genética nos muestra como la estructura y el funcionamiento del cuerpo se forman a través de una serie de transformaciones embrionarias que corresponden a transformaciones análogas en la historia de la especie. En la vida psicológica también la ontogénesis corresponde a la filogénesis: el pensamiento infantil en la vida psíquica del niño así como en el sueño, no sería mas que una repetición de anteriores etapas del desarrollo. Diríamos con Nietzsche: “Durmiendo y en sueños rehacemos toda l tarea de la humanidad primitiva… así como ahora razona el hombre durante el sueño, así razonaba también la humanidad durante la vigilia muchos miles de años. El sueño… es el fundamento sobre el cual la razón superior se ha desarrollado y se desarrolla aún en todo hombre: el sueño nos transporta a remotos estados de la civilización humana y pone en nuestras manos un medio para comprenderlos.” Desde ahí a ver en el mito un pariente un pariente del sueño solo media un paso breve, decía Fred: “…resulta totalmente probable, por ejemplo, que los mitos correspondan a residuos configurados de fantasías deseosas de naciones enteras, a sueños seculares de la joven humanidad.”. Rank califica al mito de sueño colectivo del pueblo. Riklin destacó el mecanismo onírico de los sueños y Abraham dice: “… el mito es un vestigio de la vida anímica infantil del pueblo, y el sueño es el mito del individuo”. A todo esto se impone la conclusión de que la época que creó los mitos pensaba de la misma manera que hoy lo hace el sueño. Sin embargo, detrás de la afirmación de que el mito procede de la vida anímica “infantil” del pueblo, hay que colocar un gran signo de interrogación. Pues es lo mas adulto que ha producido la humanidad primitiva, el hombre que vivía y pensaba en el mito era una realidad adulta.
Basta un relajamiento del interés, un leve cansancio, para eliminar la exacta adaptación psicológica al mundo real, que se expresa por medio del pensamiento dirigido, y sustituirla con fantasías. Nos apartamos entonces del tema y vamos a la deriva, llevados por nuestras propias ideas; y si el relajamiento de la atención se intensifica, perdemos paulatinamente la conciencia del presente y la fantasía lo invade todo. En este punto se impone una importante cuestión: ¿cómo se forman las fantasías? La fantasía obra a modo de compensación. ¿De dónde extraen sus materiales las fantasías? Hubo un tiempo en que las fantasías eran una verdad legítima universalmente reconocida. Las fantasías del hombre moderno no son en el fondo más que reediciones de viejas creencias populares otrora muy difundidas.
 Lo que tenemos en el fondo de la fantasía antaño estuvo a plena luz. Lo que se nos aparece en sueños y fantasías fue antes de uso conciente o convicción general. Más lo que entonces fue tan poderoso como para formar la esfera vital de espíritu de un pueblo de elevado desarrollo, no puede haber desaparecido totalmente del alma humana en el curso de pocas generaciones. Guillaume Ferrero dice: “… el hombre no cambia tan a prisa; su psicología continúa siendo la misma en el fondo; y si su cultura varía mucho de una época a otra, no es aún eso lo que va a modificar el funcionamiento de su espíritu. Las leyes fundamentales del espíritu permanecen inmutables, al menos para los períodos históricos (tan cortos) que conocemos. Y casi todos los fenómenos, incluso los más extraños, han de explicarse por esas leyes comunes del espíritu que cabe verificar en nosotros mismos”.
De las dos formas de pensamiento: el dirigido y adaptado, y el subjetivo, motivado interiormente. La última tiene que producir necesariamente una imagen el mundo desfigurada, preponderantemente subjetiva. Ese estado de espíritu se calificó primero de infantil y autoerótico o, con Bleuler, de autístico, con lo cual se dio clara expresión a la idea de que la imagen subjetiva del mundo, juzgada desde el punto de vista de la adaptación, era inferior a la del pensamiento dirigido. El pensamiento no dirigido está motivado subjetivamente en lo principal, y por mucho menos móviles conciente que inconcientes. Es dudoso que el motivo interno, principalmente inconciente, que dirige los procesos de la fantasía, no exponga un dato objetivo. El propio Freud ha indicado a la sociedad hasta qué punto los motivos inconcientes se apoyan en el instinto, que al fin y al cabo es ciertamente un dato objetivo. También reconoció en parte su naturaleza arcaica.
Las bases inconcientes de los sueños y de las fantasías solo en apariencia son reminiscencias infantiles. En realidad, trátese de formas de pensamiento basadas en instintos, primitivas o arcaicas, que como es natural, se destacan con mayor claridad en la infancia que después. La base instintivo-arcaica de nuestro espíritu constituye un dato objetivo, hallado, que al igual que la estructura y disposición funcional heredadas del Orebro o de cualquier otro órgano, no depende de la experiencia individual ni del arbitrio subjetivo-personal. Al psique posee su propia historia genética, como la tiene el cuerpo, que tan claras huellas ostenta aún de sus distintas fases.
Mientras el pensamiento dirigido es un fenómeno totalmente conciente, no puede decirse lo mismo del pensamiento de fantasías. Sin duda, gran parte de sus contenidos pertenecen a los dominios de la conciencia; mas por lo menos otro tanto vive en una suerte de penumbra o francamente en lo inconciente y, por ende, solo puede conocerse indirectamente. A través del pensamiento fantaseador se establece el enlace con los “estratos” mas antiguos del espíritu humano, desde largo tiempo atrás sepultados por debajo del umbral de la conciencia. Los productos de la fantasía que ocupan directamente la conciencia son las ensoñaciones o fantasías diurnas, y los sueños, pero estos últimos ofrece a la conciencia una fachada enigmática. También, en el complejo disociado, hay lo que cabría denominar sistemas de fantasías, totalmente inconcientes, que manifiestan una marcada tendencia a construir una personalidad independiente.
Todo esto señala que el mito está emparentado con los productos de lo inconciente. Un adulto en proceso de introversión encuentra primero reminiscencias infantiles regresivas (del pasado individual); si la introversión  y la regresión se intensifican aparecen huellas primeramente vagas y aisladas, pero pronto cada vez más nítidas y numerosas de un estado espiritual arcaico.
Cabe aplicar a la tradición mitológica la siguiente regla: no se propagan relatos de cualesquiera acontecimientos pasados, sino solo aquellos que expresan un pensamiento de la humanidad, pensamiento general y que siempre vuelve a remozarse.
Poco importa que la fantasía conciente esté formada por materiales míticos o de otra índole; en ningún caso debe tomársela al pie de la letra, sino procurar entender su sentido. Las fantasías concientes no revelan, mediante la utilización de materiales míticos, ciertas tendencias de la propia personalidad todavía no reconocidas o que dejaron de serlo. Tiene que haber mitos típicos, verdaderos instrumentos que sirvan a los pueblos para elaborar sus complejos psicológicos.

Bibliografía:
Carl Gustav Jung, Símbolos de Transformación, Paidos, Argentina, 1962, Cap 2.