EL
GASTO DE DINERO EN LOS ESTADOS DE ANSIEDAD, KARL ABRAHAM
Por
Lic. Moyano Agustín Danilo
Tanto Freud como otros psicoanalistas que han
dirigido su interés hacia los rasgos de carácter “anal”, se han ocupado de la
avaricia y la ansiosa retención de dinero del neurótico desde el punto de vista
de los motivos inconscientes; pero no ha recibido la misma atención la conducta
opuesta de muchos neuróticos, el excesivo gasto de dinero. Esta tendencia
aparece súbitamente en muchos neuróticos, como una especie de ataque, y
contrasta notablemente con su habitual parsimonia.
Me parece que esta condición se encuentra en un
grupo definido de neuróticos, en personas que se hallan en un estado de
permanente dependencia infantil al hogar paterno, y que son dominadas por la
depresión y por la ansiedad cuando están lejos de él. Los mismos pacientes
dicen que el gasto de dinero alivia su depresión o ansiedad; y ofrecen
expresiones racionales de esto, tales como que el gastar dinero aumenta su
sentimiento de confianza, o que los distrae de su condición. El psicoanálisis
toma en consideración al inconsciente, y añade a esta explicación superficial
otra mas profunda.
Todo psicoanálisis de un caso de éste tipo demuestra
que el paciente, a consecuencia de la fijación de su libido, se ve impedido de
alejarse físicamente de los padres o de las personas que le representan. Abandonar
el hogar significa en su inconsciente un desligamiento de la libido de su
objeto. Existen siempre en estos pacientes dos corrientes psíquicas contrarias,
una conservadora, dirigida a una fijación permanente, y otra que los impele a
volverse hacia los objetos del mundo exterior.
Todo intento de transferir libido a nuevos objetos
es acompañado por seria ansiedad, precisamente en razón de que el deseo
inconsciente es tan violento e impetuoso. Sólo es necesario recordar el hecho
de que las pacientes que sufren de agorafobia están abrumadas por fantasías de
prostitución conscientes, y a veces conscientes. Su inconsciente quiere
entregarse sin restricción a toda persona que ellas encuentran; pero su
ansiedad consciente restringe l transferencia de su libido dentro de los
límites más estrechos, de modo que se vuelven incapaces de hacer un libre uso
de ella, y esto no solamente en el sentido estricto de las relaciones sexuales
reales.
Una gran limitación de la sexualidad genital conduce
a una acentuación sustitutiva de otras zonas erógenas. El erotismo anal toma el
lugar del genital en mayor o menos medida. En muchos casos puede demostrarse
claramente que la fijación morbosa del paciente sobre su padre o madre se
efectúa por intermedio de la zona anal. Ilustrará esto un breve estracto sobre
un psicoanálisis.
La paciente que sufría de una grave a agorafobia,
era muy apegada a su padre. Sus reiterados intentos de aflojar esta fijación
fracasaron. Esta fijación fue reforzada por su padre durante la infancia de ella,
pues se mostró excesivamente vigilante de la actividad intestinal de su hija, y
le administró con frecuencia enemas, etc. Este erróneo procedimiento contribuyó
de una manera fatal a mantener la dependencia infantil. Para usar una expresión
de “nursey”, ella no podía “hacer” nada sin su padre, solo podía “salir del
cuarto” bajo su vigilancia. Como lo mostró el análisis, sus intentos de
liberarse demostraron también su fijación anal. Para su inconsciente, evacuar
los intestinos sin la vigilancia paterna significaba independencia. Si salía
del a casa y era embargada por la ansiedad, como defensa contra ésta solía
gastar dinero en todas partes sin necesidad.
Estaba dando dinero en lugar de
libido. La explicación de este sentido compensatorio del dinero está en la
ecuación inconsciente entre éste y los excrementos. Es digno de nota que la
misma paciente sospechaba que a menudo intensificaba su ansiedad para tener un
motivo para gastar dinero.
En esta paciente, y también en otros dos casos,
observé la tendencia a comprar muchos objetos al azar, artículos sin valor en
su mayoría, y deseados solo por un momento. Así los pacientes pueden engañarse
acerca de la libre movilidad de su libido, que en realidad está fijada e
inhibida en grado máximo. Comprar objetos que solo tienen un valor momentáneo,
y pasar rápidamente de uno a otro, son gratificaciones simbólicas de un deseo
reprimido, el de transferir la libido en rápida sucesión a un número ilimitado
de objetos. A este respecto, es inconfundible la alusión a la prostitución;
pues allí el dinero es el medio de obtener relaciones transitorias fácilmente
cambiables.
El gasto de dinero los engaña en cuanto a la
carencia de libertad de su libido, y les alivia así por un corto tiempo el
penoso sentimiento de insuficiencia sexual. En otras palabras, ellos padecen
una prohibición anormalmente estricta, que procede de la imago paterna, contra
el libre empleo de su libido. Se efectúa un compromiso entre el instinto y la
represión, por lo cual el paciente prodiga, con un espíritu de desafío, no su
libido sexual, sino una moneda anal.
Recordamos aquí la actitud de ciertos neuróticos
cuya libido está también limitada en un grado extremo. Parcial o totalmente son
incapaces de amor sexual, tanto en el sentido físico como en el psíquico. Les
dan a otras personas, no amor, sino piedad, se convierten en benefactores, y a
menudo gastan dinero dadivosamente. Están condenados para siempre a esta forma
de gratificación sustitutiva; y, teniendo la vaga sensación de que no están
dando lo que cualitativamente corresponde, exageran sus dones en el sentido
cuantitativo. No obstante, su gasto de dinero es altruista por su efecto,
mientras que en los casos antes descritos tal efecto está ausente por completo.
Lo que es común a ambos grupos es que el gasto de dinero constituye un
sustituto de la transferencia sexual que su neurosis les impide, y al mismo
tiempo sirve como defensa contra las perturbaciones neuróticas.
Bibliografía:
Karl Abraham, Psicoanálisis Clínico, Aguilar,
Argentina, 2008, Cap 14.
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