lunes, 21 de octubre de 2013

Resumen sobre Psiquiatría Psicodinámica en relación a los trastornos relacionados con sustancias y la conducta alimentaria

Gabbard ,Capítulo 12, trastornos relacionados con sustancias y trastornos de la conducta alimentaria

·         3 modelos principales para tratar el alcoholismo: a) Modelo psicodinámico b) Modelo moral c) Modelo de enfermedad.
b) Ve a los individuos alcohólicos como absolutamente responsables de su alcoholismo. Los considera hedonistas que buscan el placer y no tienen en cuenta los sentimientos de los otros, el alcoholismo es considerado un signo de corrupción moral. Las fallas en la fuerza de la voluntad son ligadas al pecado y el castigo a través del sistema legal es considerado una vía apropiada. La eliminación de la conducta bebedora depende de la fuerza de voluntad de cada uno para “levantar la cabeza y salir de esa situación”.
c) Es el modelo de Alcohólicos Anónimos. Libera a la persona alcohólica de la responsabilidad por su enfermedad. Se cree que las personas alcohólicas tienen una predisposición inherente a la adicción de sustancias exógenas. Estudios comprueban que factores genéticos juegan un rol principal.
Villant proporciona un mayor sustento al modelo de la enfermedad porque  encontró que no se puede predecir el eventual desarrollo del alcoholismo por las experiencias adversas en la infancia o incluso por los perfiles psicológicos de estos sujetos como adultos jóvenes. La depresión, la ansiedad y otras características psicológicas comúnmente asociadas con las personas alcohólicas son consecuencias, más que causas, del trastorno. El único predictor confiable para el alcoholismo del adulto es la conducta antisocial. Por esto las conceptualizaciones psicológicas y psicoterapéuticas del alcoholismo juegan un rol menor en la comprensión clínica y en la planificación del tratamiento. Vaillant decidió que la abstinencia forzada a través de Alcohólicos Anónimos tiene la mayor probabilidad de éxito
El modelo moral se aplica mejor a los consumidores de drogas (abordajes punitivos orientados legalmente o abordajes terapéuticos orientados médicamente) y el modelo de AA a los alcohólicos.

·         Abordajes psicodinámicos del alcoholismo:
En AA la abstinencia se alcanza en un contexto interpersonal donde los individuos alcohólicos pueden experimentar una comunidad protectora e interesada de compañeros en el sufrimiento. Estas figuras pueden ser internalizadas así como se internaliza al psicoterapeuta,, y ellas pueden asistir al individuo alcohólico en el manejo de los afectos, el control de los impulsos y otras funciones del yo, así como haría un psicoterapeuta.
 Los cambios psicológicos estimulados por AA y la abstinencia asociada con el compromiso con sus ideales y la regular asistencia a las reuniones constituyen un tratamiento suficiente. AA trabaja mejor con aquellos pacientes que pueden aceptar la idea de que no tienen control sobre su ingesta y por eso necesitan entregarse a un “poder superior”, y para aquellos pacientes que están esencialmente libres de otros trastornos psiquiátricos.
Dodes observó que los métodos de Vaillant no son capaces de identificar una característica crítica de los pacientes alcohólicos, concretamente, sus alteraciones en la autoestima. Vaillant y los adherentes al modelo de enfermedad ignoran la heterogeneidad del trastorno. Variables de personalidad y cuestiones psicológicas son muy relevantes en el tratamiento de muchos pacientes alcohólicos.
Observadores psicoanalíticos han notado defectos estructurales, tales como debilidad del yo y dificultad en el mantenimiento de la autoestima. Kohut y Balint notaron que el alcohol cumple la función de reemplazar estructuras psicológicas faltantes y, de esta manera, restaura cierto sentido del autorespeto y de armonía interna. Lamentablemente estos efectos duran tanto como la intoxicación. Khantzian observó que tienen problema con la autoestima, la modulación de los afectos, y la capacidad para el autocuidado. Los pacientes alcohólicos y los de trastorno borderline comparten rasgos tales como baja tolerancia a la frustración, pobre control afectivo y predominio de la escisión como defensa. Otros diagnósticos comunes que acompañan al alcoholismo son depresión y sociopatía.
Cuando los individuos alcohólicos recuperan la sobriedad y miran hacia atrás, contemplan las ruinas causadas por su existencia alcohólica, se enfrentan por lo común con un importante monto de depresión. Esta depresión surge del reconocimiento doloroso de que han dañado a otros. También lamentarán las cosas que han perdido o destruido como resultado de su conducta adictiva. La mediación antidepresiva puede aliviar la depresión y la psicoterapia puede asistir en el proceso de elaborar estos temas dolorosos. Cuando coexisten la depresión y el alcoholismo hay un nivel proporcionalmente alto de potencialidad suicida aguda.
Cada persona preferirá y aceptará opciones diferentes de tratamiento. Dodes puntualizó “Algunos pacientes son capaces de usar únicamente psicoterapia, otros pueden usar únicamente AA, y están aquellos que serán mejor tratados con una combinación de ambos. La exacta prescripción del tratamiento requiere un juicio clínico individual”. Muchos individuos alcohólicos encuentran que AA es impráctico debido a la vergüenza que siente al tener que hablar enfrente a un grupo o porque tienen una oposición filosófica a la noción de someterse a un “poder superior”. Algunos pacientes son capaces de mantener la sobriedad con psicoterapia sola.
Los pacientes comprometidos con AA suelen hacer también psicoterapia, ambas trabajan sinérgicamente. Dodes observó que los pacientes alcohólicos pueden desarrollar, en términos de psicología del self, una transferencia idealizada o especular con la organización de AA. Ellos ven esta organización como una figura cuidadora e idealizada que los sostiene y apoya. Esta trasferencia puede ser escindida de la transferencia psicoterapéutica y el psicoterapeuta con buen criterio podrá demorar el análisis.  En ocasiones, las funciones de objeto el self que tiene AA pueden ser internalizadas lo suficiente para mejorar el autocuidado y aumentar la autoestima. Después de cierto grado de internalización, los psicoterapeutas pueden cambiar la terapia desde un estilo de apoyo a una más marcadamente expresiva.
La psicoterapia de grupo se utiliza en pacientes internados y ambulatorios para el tratamiento del alcoholismo, según los resultados los pacientes pudieron mantener un patrón más positivo de ingesta durante un período de 15 meses de seguimiento.
Hay que estar advertido sobre utilizar un abordaje de confrontación. Dada la dificultad de muchos pacientes alcohólicos para regular afectos tales como ansiedad, depresión y cólera, la confrontación en un contexto de grupo puede ser contraproducente e incluso dañina. Por lo tanto debería ser usada juiciosamente. El terapeuta debe empatizar con la necesidad defensiva del individuo alcohólico de evitar afectos dolorosos. Cooper abogaba por grupos de pacientes internados que focalizan en el aquí y ahora pero que son menos confrontadores. Los pacientes que asisten a grupo con constancia también muestran adherencia con otros aspectos del programa institucional.

·         Abordajes psicodinámicos del abuso de drogas.
Vailant apuntó que los abusadores de polidrogas, en contraste con los individuos alcohólicos, presentan mayor probabilidad de haber tenido infancias inestables, más probabilidad de usar drogas como “automedicación” para síntomas psiquiátricos, y mayor probabilidad de beneficiarse de esfuerzos psicoterapéuticos que abordan su sintomatología y patología del carácter subyacente.
Investigaciones sostienen la asociación de trastorno de la personalidad y depresión con el desarrollo de la adicción a las drogas. Mientras la iniciación al uso de la marihuana puede puede estar relacionada con la presión de los compañeros en la adolescencia, el uso y la eventual adicción a las drogas pesadas no presenta éste tipo de iniciación. Las relaciones deterioradas con los progenitores y la depresión son predictores altamente significativos del eventual abuso de drogas ilícitas, mientras que las variables sociodemográficas no lo son. Treece sostiene que el factor clave para diferenciar una persona con adicción crónica y un consumidor controlado es la presencia de un trastorno grave de la personalidad.
Comparadas con las personas alcohólicas, los consumidores de droga presentan una probabilidad mucho mayor de tener, otros trastornos psiquiátricos significativos. Los abusadores de sustancias con trastornos de la personalidad están mas deprimidos, son más impulsivos, están más aislados, y por lo general menos satisfechos con sus vidas que los abusadores de sustancias sin tales trastornos.
Las interpretaciones psicoanalíticas tempranas que veían todo abuso de sustancia como una regresión a la etapa oral del desarrollo psicosexal han sido reemplazadas por una comprensión de la mayoría de los abusos de drogas como defensivos y adaptativos mas que como regresivos. El abuso de drogas puede revertir estados regresivos mediante el refuerzo de defensas defectuosas del yo contra afectos poderosos tales como la cólera, vergüenza y depresión. Las formulaciones psicoanalíticas tempranas describían a las personas con adicciones a las drogas como hedonistas en busca de placer empecinados en su autodestrucción. Los investigadores psicoanalistas conteporáneos entienden la conducta adictiva más como reflejo de un déficit en el autocuidado que como un impulso autodestructivo. Este deterioro en el autocuidado resulta de perturbaciones en el desarrollo temprano que conducen a una internalización inadecuada de figuras parentales, dejando a la persona adicta sin la capacidad para la autoprotección. Por lo tanto, la mayoría de los adictos crónicos a las drogas exhiben un deterioro fundamental en su capacidad de juzgar el daño producido por el abuso de drogas.
También es importante en la patogénesis de la adicción a las drogas el deterioro de la función regulatoria de los afectos y el control de impulsos y el manteimiento de la autoestima. Estos déficits crean problemas correspondientes en las relaciones de objeto. El uso intenso de polidrogas ha sido vinculado directamente con la incapacidad de la persona adicta para tolerar y regular la cercanía interpersonal. En estos problemas de relación se incluye también la vulnerabilidad narcisista inherente a los riesgos interpersonales y la inhabilidad para modular los afectos asociados con la cercanía. Dodes puntualizó que los individuos adictos tienden a sentir impotencia como un reflejo de un deterioro narcisista específico. Sus comportamientos adictivos sirven para defenderse de una sensación de impotencia y de desamparo mediante el control y la regulación de sus estados afectivos. La cólera y la humillación narcisista los impele al uso de drogas como un camino para restablecer una sensación de poder. La ingestión de una droga puede, de este modo, ser vista como un intento desesperado para compensar déficit en el funcionamiento del yo, una baja autoestima y problemas interpersonales relacionados.
Khantzian considera que los pacientes que perpetúan a sabiendas su dolor y sufrimientos mediante el uso continuado de drogas lo hacen  como una manifestación de una compulsión a la repetición de un trauma temprano. En algunos casos, la repetitiva imposición del dolor sobre uno mismo representa un intento de elaborar estados traumáticos que no pueden ser recordados. Estos estados existen como configuraciones presimbólicas e inconscientes. De ésta manera, el motivo para el uso de drogas puede ser visto más como n control del sufrimiento que como alivio.
Las sustancias específicas son elegidas para provocar efectos psicológicos y farmacológicos específicos de acuerdo con las necesidades de cada abusador. El efecto mas doloroso es probablemente el que determina la elección de la droga. Khantzian notó que la cocaína parecía aliviar el malestar asociado con la depresión, la hiperactividad y la hipomanía, mientras que los narcóticos, al parecer, bajaban el nivel de los sentimientos de cólera.
Para Blatt la adicción a la heroína está sobredeterminada por: 1) la necesidad de contener la agresión 2) una aspiración de gratificar un anhelo de una relación simbiótica con una figura maternal 3) un deseo de aliviar afectos depresivos. Identificó también que adictos a los opiáceos pueden estar severamente neuróticos, luchando con sentimientos de inutilidad, culpa, autocrítica y vergüenza.  Sus depresiones parecen intensificarse cuando intentan acercarse a los otros, y por lo tanto se retiran a una aislada “beatitud” causada por la heroína y otros narcóticos, que tienen dimensiones tanto regresivas como defensivas. Es característico en los adictos a los opiáceos el núcleo depresivo, la autocrítica y un súper yo cruel. Wurmser avala estas investigaciones y argumenta que aquellos  individuos adictos dóciles a la terapia psicoanalítica no sufren de superyoes subdesarrollados, como las personas antisociales con adicciones, sino más bien de una conciencia excesivamente severa. La intoxicación con sustancias es buscada como un escape de un super yo atormentador. Muchos abusadores de droga emplean la defensa de la escisión para renegar de una auto representación de abusador de droga que alterna con un auto representación de no abusador. Estos individuos generalmente sienten como si alguien más se ha encargado de todo por un breve período. Wurmser identificó el éxito como un disparador importante para un episodio de abuso de drogas. Los sentimientos positivos asociados con logros exitosos parecen producir un estado alterado de la conciencia caracterizado por sentimientos de culpa y vergüenza. El uso impulsivo de drogas es visto como una solución para estos afectos dolorosos. Las crisis recurrentes de este tipo están caracterizadas por una opresiva conciencia que se vuelve tan intolerable que un desafío temporario parece el único medio de alivio.
Informes de la Veterans Administration-Penn Study afirman que agregar psicoterapia a un plan general de tratamiento de los pacientes adictos a los narcóticos produce claros beneficios. La sicoterapia expresiva-de apoyo basada en principios dinámicos produjo mayor mejoría en los síntomas psiquiátricos y mayor éxito en encontrar y sostener un trabajo comparada con la psicoterapia cognitivo-conductual. Aquellos pacientes que estaban deprimidos mostraron la mayor mejoría, seguidos por los pacientes que tenían una dependencia a los opiáceos pero sin otros trastornos psiquiátricos. Aquellos con trastorno antisocial de la personalidad únicamente no se beneficiaron de la psicoterapia; mejoraron solo cuando la depresión formaba parte de la sintomatología.
Otras investigaciones confirmaron que los pacientes en el grupo de baja severidad hacían igual progreso con terapia de consejo y guía o con psicoterapia, mientras que los pacientes con un grado mediano de gravedad tenían mejores resultados con planes de tratameitno combinando ambos abordajes (aunque algunos mejoraban con consejo y guía como única terapia). De todas maneras, el grupo con síntomas psiquiátricos extremadamente graves alcanzó poco progreso sólo con consejo y guía, pero realizaron un considerable progreso cuando se añadió la psicoterapia.
En pacientes con adicciones a opiáceos se legó a las siguientes conclusiones: 1) Tanto la psicoterapia expresiva- de apoyo como la psicoterapia cognitivo-conductual pueden ayudar a aquellos pacientes adictos a los narcóticos que se han comprometido con la psicoterapia y que concurrirán regularmente a tal programa de tratamiento. 2) Los pacientes con alteraciones psiquiátricas significativas son los mejores candidatos para psicoterapia y se beneficiarán de ella al máximo. 3) El psicoterapeuta debería estar integrado en el programa general de tratamiento y debería colaborar con los otros miembros del equipo en el tratamiento. Los investigadores creyeron que había claros beneficios en ubicar las sesiones de psicoterapia en la misma instalación que el resto del programa de mantenimiento con metadona. La psicoterapia que es fragmentada del resto del tratamiento es poco probable que sea exitosa.
El agregado de psicoterapia al tratamiento estándar de mantenimiento con metadona conducía a mayores adelantos, menos gastos en asistencia social, y un sorprendente bajo porcentaje de hospitalización de los pacientes.
La psicoterapia con los abusadores de drogas es un abordaje de tratamiento que trata directamente la adicción focalizando en la psicopatología asociada.  La mayoría de los clínicos creen que la abstinencia de la sustancia abusada es un prerrequisito para un adecuado tratamiento a través de la técnica psicoterapéutica de los trastonos subyacentes- ansiedad, depresión, trastorno de la personalidad, problemas de autoestima o déficit del yo. La excepción podría ser un programa de sustitución de droga tal como el mantenimiento con metadona. Una vez que se alcanza la abstinencia, el adicto por lo general siente desesperación por tener que renunciar a algo mas que a una droga: a un aparte valiosa del self. Tanto el terapeuta como el paciente se dan cuenta de que la abstinencia sola no conduce automáticamente a cambios en las otras áreas de la vida. En la medida en que los adictos están en abstinencia y luchan con sus anhelos por la droga y con sus penas por ésta perdida, el terapeuta debería abordar sus creencias tenazmente defendidas de que la droga es una solución adaptativa a los problemas de la vida. El terapeuta debería identificar los problemas subyacentes en la modulación de los afectos, en la regulación de la autoestima, y en al relación con los otros, para ayudar al adicto a descubrir respuestas alternativas a aquellos problemas. Esos pacientes suelen presentar deterioros específicos en las relaciones de objeto.
Hay bastante probabilidad de que los pscioterapeutas se enfrenten con alexitimia en muchos pacientes adictos. Esto significa que la mayoría de ellos son incapaces de reconocer e identificar sus estados de sentimientos internos. Por eso es importante, durante las fases tempranas de la terapia, que el terapeuta explique cómo la experiencia de sentimientos displacenteros conduce inicialmente al abuso de drogas. Es preciso ayudarlos a contener y tolerar sus afectos de modo de poder sustituir acciones tales como la ingestión de droga por palabras que describan sus estados internos. Una de las formas es que el terapeuta vaya identificando lo sentimientos que aparecen durante la sesión terapéutica.
Khantzian sugirió el concepto de terapeuta de cuidados primarios: un individuo que facilita el compromiso del paciente adicto con todas las modalidades de tratamiento. EL terapeuta analiza la resistencia del paciente a aceptar otras formas de tratamiento, tales como NA o terapia de grupos, pero también provee un ambiente sostenedor para tratar con los fuertes afectos movilizados en el proceso terapéutico. Es una modalidad más de apoyo que expresiva, y el terapeuta debería participar en las decisiones del tratamiento.
Trece y Khantzian identifican cuatro componentes esenciales de un programa de tratamiento para el dominio de la dependencia de drogas: 1) un sustituto para la dependencia de químicos (por ejemplo NA, un sistema alternativo de creencias, o la dependencia benigna a una persona o institución religiosa). 2) tratamiento adecuado para otros trastornos psiquiátricos, incluyendo medicación psicotrópica apropiada y psicoterapia. 3) abstinencia forzada (por ejemplo antagonistas de drogas, control con pruebas urinarias, períodos de pruebas, sustitutos de drogas tales como metadona, sistemas de apoyo externos) durante un proceso psicológico de maduración. 4) promoción del crecimiento y del cambio estructural de la personalidad a través de la psicoterapia.
Wurmser abogó por un abordaje múltiple, pero con más psicoterapia expresiva. El consideraba que un superyó autoritario era central en la patogénesis del uso compulsivo de drogas. Creía que los terapeutas deberían dedicar su tiempo en la búsqueda de temas subyacentes más que focalizar en el abuso de drogas, de lo cual podrían encargarse otros miembros del equipo de tratamiento.
En la terapia grupal muchos adictos son ayudados cuando hablan con otros que han tenido el mismo problema. Además, como la negación es un defensa importante en todos los abusadores de sustancias, un marco grupal de pares facilita una poderosa confrontación con la negación y compele a los individuos adictos a aceptar la seriedad de su abuso de sustancias. Hay que ser prudente para no generar confrontaciones agresivas. Los grupos efectivos proveen tanto apoyo como confrontación. Los pacientes que han cometido crímenes se resisten a la terapia de grupo por temor a que se viole la confidencialidad.
En resumen, las indicaciones para la psicoterapia expresiva- de apoyo pueden ser conceptualizadas así: 1) psicopatología seria además del abuso de drogas 2) compromiso con un programa de tratamiento general que incluye NA u otro grupo de apoyo, abstinencia forzada, posiblemente un sustituto de la droga tal como metadona, y apropiada medicación psicotrópica. 3) ausencia de diagnóstico de trastorno antisocial de la personalidad (a menos que la depresión esté también presente). 4) suficiente motivación para mantener la asistencia a las sesiones y comprometerse con el proceso.


Gabbard, Psiquiatría psicodinámica en la práctica clínica, Panamericana, Cap 12.